dimecres, 19 d’agost del 2009

Error de pronóstico: El pánico ante la gripe A no está justificado

Pese a la levedad de la gripe, se puede demostrar que la mortalidad aumenta en la población con dos picos anuales, uno en los días del verano con el máximo de calor y otro en los días del invierno con la epidemia de gripe. Por ello se aconseja vacunar contra la gripe, aunque se discute si esta vacunación es útil. La epidemia de gripe A, que empezó en Méjico hace unos meses, es de menor gravedad que la epidemia habitual. Es una gripe que se contagia muy fácilmente y por eso es una “pandemia”, porque puede llegar a afectar a la mitad de la población.

Pero la contagiosidad de la gripe A no dice nada de su gravedad y de hecho es menos grave que ninguna gripe previa. Afecta a mucha gente, pero mata menos que la gripe de todos los años. Las cifras son variables según la fuente de datos, pero por ejemplo, en el Reino Unido ha habido cientos de miles de casos y sólo unas 30 muertes y en EE.UU. con un millón de casos sólo 302 muertos. En el invierno boreal (verano en España), en la Argentina han muerto unas 350 personas y en Australia unas 77 personas. Para ponerlo en situación, se calcula que en España mueren durante el invierno por gripe estacional unas 3.000 personas.

Hemos tenido muchas pandemias y la más letal, la “española” de 1918, mató sobre todo por neumonías bacterianas a los pobres (mal alimentados, hacinados, con viviendas insalubres y mal protegidos del frío). En las otras dos grandes pandemias, de 1957 y 1968, no hubo tal letalidad, entre otras cosas por la existencia de los antibióticos.

¿Qué se puede hacer ante la gripe A? Cuando en 2005 la Organización Mundial de la Salud (OMS) pronosticó que podrían morir de gripe aviar hasta siete millones de personas, se desató el pánico en el mundo. Después hubo sólo 262 muertes. Hubo, pues, un grave error pronóstico. En 2009, con la gripe A, conviene no repetir el mismo error. Por ello es central evitar el pánico. Es absurdo tener pánico frente a la epidemia de gripe A, por más que nos llegará a afectar (levemente) a muchos. Ante la gripe A conviene hacer lo que siempre se hace ante la gripe: cuidarse con prudencia y tranquilidad. Buena hidratación, buena alimentación, buena higiene, y recurrir al médico cuando haya síntomas de importancia, tipo tos con expulsión de sangre y gran deterioro de la respiración.

Conviene no “toserle” a nadie, no tocarse la nariz, taparse la boca al estornudar y lavarse las manos antes de comer, después de ir al servicio y si uno se mancha con los mocos. El virus se elimina por la mucosidad nasal aproximadamente durante los primeros cinco días de la enfermedad. El uso de mascarillas no parece que ayude a evitar la propagación de la epidemia. Conviene no hacer mucha vida social esos primeros días. Respecto al embarazo, no hay nada que decir, pues es saludable en cualquier caso, y también durante la epidemia de gripe A.

No hay tratamiento preventivo alguno: los medicamentos contra la gripe A no previenen la enfermedad (ni el oseltamivir ni el zanamivir). Una vez que se tiene la enfermedad estos mismos medicamentos son también casi inútiles (acortan medio día la evolución de la enfermedad). Además, tienen efectos adversos. Por ejemplo, en niños tratados en Londres con oseltamivir, tuvieron efectos adversos la mitad, generalmente vómitos, y en el 18% fueron alteraciones neuropsiquiátricas. Quizá en algunos casos valga la pena su uso como tratamiento, por ejemplo en enfermos graves y en pacientes con enfermedades crónicas importantes, pero no son útiles ni en niños ni en adultos sanos.

La vacuna contra la gripe es de poca utilidad en niños y adolescentes, con una efectividad del 33%, y absolutamente inútil en los menores de dos años. Hay dudas sobre su eficacia en adultos y ancianos. Sobre la vacuna contra la gripe A no sabemos nada, pero en 1976 se produjo en EE.UU. una vacuna parecida, también con todas las prisas del mundo por el peligro de pandemia y el resultado fue una epidemia de efectos adversos graves (síndrome de Guillain-Barré, enfermedad neurológica) que obligó a parar la vacunación. Las prisas no son buenas para nada y menos para parar una gripe como la A, que tiene tan baja mortalidad. Conviene no repetir el error de 1976. En todo caso, es exigible la firma de un “consentimiento informado” que deje claro los beneficios y riesgos, y el procedimiento a seguir ante los daños por efectos adversos.

¿Algo más? Las pruebas diagnósticas rápidas de la gripe A tienen poca sensibilidad (del 10 al 60%). Es decir, no vale la pena hacer la determinación para saber si uno tiene gripe A en realidad. Da igual, pues los consejos son los mismos y la prueba no añade la seguridad de no tener la gripe A. Tanto el virus de la gripe A como el de la gripe estacional pueden mutar dejando por completo inútiles las vacunas. No hay protección ante la gripe A con la vacunación contra la gripe estacional. Conviene no olvidar que un niño (y un adulto) puede tener otras enfermedades, además de la gripe A.

En el Reino Unido ha habido casos de niños muertos por meningitis tras ser diagnosticados en falso de gripe A. Durante la pandemia de gripe A seguirá habiendo infartos de miocardio, apendicitis, insuficiencia cardiaca, diabetes, asma, intentos de suicidio, fracturas de cadera, depresión, esquizofrenia y las otras mil enfermedades que requieren atención médica. El comportamiento sereno, paciente y tranquilo de los pacientes con gripe A es esencial para que funcionen bien los servicios sanitarios y su médico pueda dedicarse a los enfermos que lo necesitan, con o sin gripe A.

http://migueljara.wordpress.com/2009/08/17/error-de-pronostico-el-panico-ante-la-gripe-a-no-esta-justificado/